Por J. Lorenzo Diaz Cruz*

Pocas veces ha ocurrido que los científicos y científicas de nuestro país estén presentes en las noticias, como ocurrió en las semanas recientes, aunque no en los mejores términos.

El intento de las autoridades para llevar a una prisión de máxima seguridad a  31 funcionarios, entre científicos y administradores del Foro Consultivo Científico y Tecnológico A.C., ha causado una conmoción y división en la comunidad dedicada a la ciencia.

Por un lado se dice que siendo un asunto jurídico, uno debería esperar a que las autoridades hagan su trabajo, para saber si los acusados son inocentes o deberán responder por alguna culpa.  Sin embargo, en un país en el que todavía se duda sobre quien mató a Alvaro Obregón o Luis Donaldo Colosio, que no se cree en la cifras de fallecidos el 2 de octubre del 68 o en el terremoto de 1985, no es que se le tenga mucha confianza al sistema de justicia.

Este caso ha creado una bola de nieve que se puede volver contra la ciencia, como se puede verificar al leer los comentarios de la gente en los periódicos.

En el momento tan riesgoso que vivimos, entre los picos N y N+1 de la pandemia, con un sector de la sociedad que cree en el diablo, las brujas y otros seres fantásticos, puede fácilmente ocurrir que la mayoría se deje llevar por ese  sector de la sociedad que duda de los beneficios de las vacunas, como está ocurriendo en otros países, con lo cual se puede crear una atmósfera contraria al quehacer científico.

Esto, resulta un tanto paradójico, pues justamente esta generación esta disfrutando como nunca de muchos beneficios tecnológicos que son fruto de la ciencia.  Nos estamos convirtiendo en una sociedad que no solo ignora el conocimiento, sino que le aplaude a la ignorancia.

Es posible que el caldo de cultivo para esta penosa situación tenga que ver con la ignorancia de la sociedad sobre el quehacer de los científicos. Por muchos años se nos ha ignorado, y en el mejor de los casos se otorgan unos apoyos raquíticos para que estemos ocupados haciendo ciencia lo mejor que podemos.

Quizás pueda contribuir  a disipar ese desencuentro entre la sociedad y la ciencia, que se explique a la población cuales son las actividades que realiza un científico de manera cotidiana en nuestro México. Estas actividades las podemos agrupar en los siguientes rubros:

 i) Docencia – Esto incluye impartir cursos básicos o avanzados; ambos tipos de cursos los debería dar cualquier profesor pero usualmente los avanzados se le asignan a los investigadores. Además estos últimos se encargan también de impartir las materias optativas, que sirven para preparar a los estudiantes de acuerdo a su especialidad. El trabajo para preparar los cursos es absorbente, incluye planear, elaborar material audiovisual, archivos tipo power point etc etc. También involucra  revisar tareas, elaborar exámenes y calificarlos. Impartir un curso avanzado no es nada mas pararse frente al grupo a decir lo que uno se acuerda, requiere de una preparación cuidadosa.

Algunas veces involucra explicar conceptos difíciles o ejercicios laboriosos, que requieren de cierto tiempo y un esfuerzo adicional para que los estudiantes los capten. Claro que un buen profesor está preparado para lidiar con esas dificultades, pero no hay lugar para la improvisación y  un profesor bien puede fracasar si no ha entrenado antes.  

ii) Investigación – Aquí se incluye la realización de proyectos planteados para aportar a la solución de algún problema en la frontera del conocimiento, es algo que de entrada no sabemos si va a resultar exitoso o no. En ciencias exactas y naturales, puede ser un trabajo teórico que requiere un análisis matemático o conceptual; algunas veces se necesita equipo de computo para realizar este trabajo.  También puede ser un proyecto de tipo experimental, el cual involucra la medición de algún fenómeno o propiedad de un sistema, y el trabajo se realiza en un laboratorio, una clínica, el campo  o con una población.

En este rubro se incluye la elaboración de solicitudes de financiamiento, ya sea ante alguna instancia local (la propia institución de trabajo), o agencias nacionales o internacionales.

Los recursos monetarios son necesarios  para conseguir  pagar la participación de profesores y estudiantes en congresos, becas de estudiantes, compra de equipo de laboratorios, computo o consumibles.

iii) Formación de Recursos humanos- Esta actividad considera la dirección de tesis en los niveles desde licenciatura hasta postgrado. En el caso de las tesis doctorales, el asesor  trata de asignar un problema que al mismo tiempo que  permite al estudiante ir aprendiendo sobre un tema, le enseña como se hace la investigación. Se espera que al final de la tesis se logre aportar un conocimiento nuevo y original, que debe producir al menos una publicación en una buena revista.

     La calidad del trabajo ayuda no sólo para el CV del profesor, sino que también es la carta de presentación del graduado para conseguir trabajo o un post-doctorado.

iv) Actividades de gestión y divulgación- En esta clase de actividad se considera desde la impartición de seminarios y conferencias para estudiantes de primeros años, o para el público en general, ya sea en congresos, eventos o ferias, por ejemplo, “La noche de las estrellas”. Aquí también se incluye la evaluación de proyectos, revisión de programas de estudio en licenciatura y postgrado, la participación en comisiones como las del SNI, comisiones de premios, membresía de sociedades científicas, etcétera. También podemos considerar en esta sección el reporte ante diferentes estancias de todas las actividades anteriores, incluso algunas veces se debe reportar ante dos instancias la misma actividad.

Todas estas actividades se realizan en las instituciones que forman el sistema científico del país, compuesto por institutos especializados, ya sean parte de las principales universidades o  los centros SEP-Conacyt, también se cuenta con las universidades estatales públicas, así como algunas instituciones privadas.

En el rubro de la docencia los investigadores con las mejores condiciones son los que trabajan en los institutos, quienes  tienen una carga docente menos pesada, usualmente ellos dan un curso de postgrado al semestre o al año, en algunos casos.   Y los más castigados son los profesores jóvenes de las universidades estatales, quienes deben impartir hasta cinco cursos, una carga que difícilmente permite mantener un ritmo de investigación aceptable para el sistema. Para peor, con la pandemia ese ritmo de trabajo ha causado una sobre carga emocional, dejando una carga de sufrimiento que ha producido en la gente  problemas personales y de salud mental.

En el caso de la divulgación se espera que la realicen todos los investigadores de todos los niveles. Lo mismo se espera para una parte de las labores de gestión.

Sin embargo, hay un nivel de gestión que involucra a los investigadores más maduros o experimentados, quienes pueden tener más tiempo para realizar este tipo de trabajo. También puede ocurrir que en el sistema se generen ciertos liderazgo, ya sea por una trayectoria destacada o  por habilidades políticas; también es posible que existan privilegios para alguna gente que nació con las conexiones correctas. Sin embargo esto es así en todas las actividades de nuestro país. Por ejemplo, cuando alguna vez en 2005 acompañé una marcha contra el desafuero del actual presidente, yo me preguntaba como le hacía la gente para estar en el estrado, que los hacía merecedores de ese privilegio sobre los de a pie que estábamos en la plaza.

Cuando se mira todas las actividades que realiza un científico en promedio en México, casi se queda uno con la impresión de que dedicarse a la ciencia en nuestro país requiere algo de masoquismo. Claro que por una lado están las satisfacciones y orgullo que causa dedicarse a una actividad tan noble, con un salario aceptable cuando se incluyen todas las fracciones que lo componen, sin embargo no ayuda mucho que el sistema haga tan difícil lograr grandes metas, con una carga burocrática que espanta a cualquiera.

Alguien puede argumentar que nos quejamos mucho los científicos, que hacemos pocas cosas prácticas que contribuyan al bienestar del país. Incluso podría decirse que es más pesado cortar caña, trabajar en una mina o en una construcción como albañil. Es posible, sin embargo es también una realidad que si nos paramos afuera del metro a reclutar gente según sus habilidades, encontramos que la mayoría no quiere o no sabe como resolver una ecuación diferencial, mientras que casi todos podrían hacer un trabajo físico o manual.

Quizás es culpa del sistema educativo, que debería dar una mejor educación a todos, para que así todos pudiéramos estar en condiciones de elegir el trabajo que nos plazca y que nos haga felices. Para lograr eso, se requiere una mejora en el sistema educativo, y para ello  es necesario aprovechar las habilidades intelectuales de esos poco privilegiados con una vocación para la ciencia.

De hecho dadas las condiciones actuales, comienza a aceptarse la idea de que para hacer una carrera científica exitosa, lo mejor que puede hacer un científico joven es conseguirse un trabajo en otro país. Eso puede funcionar bien como proyecto personal, pero en el mediano plazo le va a causar un daño tremendo al país, por dejar que sus jóvenes formados en las disciplinas científicas contribuyan al bienestar de otra sociedad, dado que no se están creando las condiciones para aprovechar su talento en su propio país.

El Dr. Díaz Cruz obtuvo el grado de Ph.D. (Física) en la Universidad de Michigan (1989), es Maestro en Ciencias por el CINVESTAV-IPN e Ingeniero Físico por la Universidad Autónoma Metropolitana. Realizó una estancia postdoctoral en la Universidad Autónoma de Barcelona y fue asistente de investigación en la Universidad de Michigan.

Actualmente es Profesor-Investigador Titular C en la Benemerita Universidad Autónoma de Puebla. Previamente fue profesor asociado en la Universidad Autónoma de Barcelona, CINVESTAV-IPN y en la UAM-A. Pertenece a la Academia mexicana de Ciencias, fue Presidente de la División de Partículas y Campos de la SMF, entre 2000 y 2002. Es nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, ha formado parte de la comisión dictaminadora del mismo.

Trabaja en el área de Física de Partículas Elementales, cuyas contribuciones estudiando la partícula de Higgs. Fuente: BUAP