Samuel Padilla Vega*
«De qué sirve hoy en América ser libre, cuando te das cuenta que estas políticamente encarcelado a tu desdichada y antropológica conciencia».
Existen temas y tendencias sociales que en pleno siglo XXI, debemos tener bien ubicados, esto para no perdernos a manera de réplica en el ideario de las formas que hacen dudar ¿lo que es y lo que no debe ser?
Y una de ellas en México es el racismo como producto del hipotético discurso del Presidente Trump y/o su falsa bandera del supremacismo blanco, en el cual se identifican claramente en nuestro país a varios actores políticos que ni siquiera gozan en su pigmentación la ascendencia caucásica que caracteriza este fenómeno.
Desde los hechos criminosos que desataron una gran movilización de la comunidad afroamericana y latina en los Estados Unidos de Norteamérica por la muerte de Manuel Ellis y George Floyd el pasado 3 de marzo y el 25 de mayo respectivamente, que detonaron en una histórica rebelión que produjo una parálisis de la casa blanca.
No se había gestado en nuestro país un brote similar tan descarado como el que ocurrió el pasado 5 de mayo, donde Giovanni López, un joven de 30 años de edad, murió bajo la custodia de policías de Ixtlahuacán de los Membrillos, en Jalisco. La razón sigue dando de qué hablar ¡por no usar cubre bocas! Pero esto no paró ahí, cuando la gente se arremolino en señal de protesta hacia el ayuntamiento de Guadalajara en la respuesta de contención de los uniformados se escuchó un “los vamos a matar”1, lo cual indica claramente que es otra cara del racismo avecindado en México, donde el gobernador de Jalisco Enrique Alfaro es un claro ejemplo.
Y es que, desafortunadamente la cercanía con el país del norte hizo que la clase política tradicional de la derecha se enconara una vez más con aquel triunfo electoral de Donald Trump que ya olía a discriminación y a un arraigado racismo, aspectos que en todo lo largo de su vilipendiada campaña nunca ocultó.
Todo eso fueron cascadas de verborragia que enarbolaron sentimientos aparentemente abolidos en la comunidad estadounidense y que solo un personaje como él, supo retrotraerlos de los genes y de la conciencia de muchos otros, que no sabían que esos infortunados sentimientos, aún eran huéspedes en su naturaleza humana. Pero cabe señalar que al final del día con Hillary Clinton tampoco estábamos seguros ideológicamente con su política, pues basta recordar la ascendencia presidencial que la representaba desde 1988 a la fecha de la campaña, veamos:
•George Bush (padre) 1988-1992
•Bill Clinton (esposo de Hillary) 1992-2001
•George Bush (hijo) 2001-2009
•Barak Obama (2010- 2016)
Es decir, casi treinta años de una dudosa continuidad avalada por los verdaderos grupos económicos elitistas que deciden políticamente quién y quiénes son los que necesitan para seguir velando por sus intereses, en donde los derechos y la cultura de la legalidad de las clases obreras, rurales pero sobre todo étnicas y “afros” no se encuentran dentro de su agenda.
Y es que desde una perspectiva analítica en lo que han sido “supuestas” políticas públicas aplicadas, existe una gran insensibilidad, respecto del trato que brinda el conservadurismo hacia los estratos sociales que viven en condiciones paupérrimas en el sur del país y que están a la vista de todos.
Ante ello hay un tema de relevancia jurídica y que está constreñido a la comprensión y contextualización de que se entiende por “dignidad humana”, máxime si se interpreta bajo el contexto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en sus artículos 1 y 22, así como el artículo 1° último párrafo de la Constitución General, los cuales en su contexto se pronuncian de manera muy similar.
Lo siguiente sostiene que el derecho a la dignidad es violentado en detrimento hacia las mujeres y los hombres, no solo en el Estado mexicano, sino en el mundo, a razón de que “la dignidad humana de las personas es proporcionalmente violentada en cuanto a su transición y evolución antropológica de los lugares donde se reside”.
Y es aquí, donde la inmensa laguna de ignorancia en la enseñanza escolar cumplía su razón de ser como parte de la esencia del neoliberalismo en sus reformas educativas, que como ya se anotó en líneas anteriores, obedeció paralelamente en México con los tiempos de su implementador, el otrora Presidente Carlos Salinas de Gortari en su periodo del 01 de diciembre de 1988 al 30 de noviembre de 1994, mismo que hoy reside en Dublín, Irlanda y ocasionalmente en este país.
En consecuencia, aplicando el contexto anterior a la realidad legal y actual, es que muchas de las iniciativas legislativas que se pronuncian al respecto de los derechos de las sociedades indígenas y afromexicana [sic], sufren los estragos de una arraigada contención política de parte de sus opositores políticamente tradicionales, “la derecha” y sus correligionarios, pues resulta increíble que en pleno siglo XXI y a más de 500 años de la colonización existan estos sendos impedimentos legislativos, en el sur y en particular en nuestro estado de Guerrero, como producto de un antropológico racismo y discriminación de una clase política que demuestra solamente obstáculos para que los pueblos originarios puedan tener un idóneo y visibilizado marco jurídico.
Esta nueva época legislativamente hablando, debe permitir por otro lado desarrollar políticas públicas que permitan elevar cultural y educacionalmente la verdadera concepción de la dignidad humana y del respeto de todas las personas y con ello ir trabajando proyectivamente a corto plazo en un criterio socialmente homologado.
Finalmente, no olvidemos que nuestra antropológica realidad histórica fue recordada, cuando una persona dijo de manera oficial como primer mandatario «que en EE.UU. los mexicanos hacen el trabajo que ni los negros»2; casualmente la gente de ultra derecha que lo llevó al triunfo de este país también estaba cegada como hasta hoy por su Fuerza Espiritual religiosa.
Es cuánto.
*Asesor parlamentario en el Congreso de Guerrero. docente de Derecho y Ciencias Políticas.
2 https://www.jornada.com.mx/2005/05/14/index.php?section=politica&article=008n1pol