Doctor J.  Lorenzo Diaz Cruz (FCFM-BUAP)                                        

La situación de emergencia que vive el mundo por la pandemia de la COVID-19, ha puesto a prueba los sistemas de salud y la economía de muchos países. Los retos se han propagado a los demás sectores de la sociedad con una magnitud tal como nunca antes había ocurrido en nuestra generación.

Dentro de todo ello, el sistema educativo ha sido afectado seriamente, pues fue uno de los primeros que cerró en nuestro país para cumplir con las medidas de aislamiento social. Esto ha causado la preocupación de todos los sectores interesados, desde los padres de familia y autoridades, hasta los maestros y estudiantes. Por un lado, se presenta la dificultad para continuar con la enseñanza de los planes y programas de estudio, por el otro se presenta el reto de hacer un seguimiento y evaluación de los conocimientos aprendidos.

 Una de las soluciones que se ha propuesto es el uso de tecnologías de la información y medios digitales. Se debe apreciar el esfuerzo de docentes y estudiantes para intentar trabajar con esta modalidad, pero debe reconocerse de entrada que no toda la población cuenta con los medios para realizar estas actividades. Por otro lado se desconoce el nivel de dominio de tales tecnologías en los docentes, o el acceso a los medios en diversas regiones del país.

Todo esto puede dar lugar a una simulación del proceso educativo, en la que cada uno pretende hacer su parte. Por el lado de los docentes, pueden irse por la salida fácil de dejar una cantidad de tarea que sea irreal, con un seguimiento superficial de los objetivos alcanzados. Por el lado de los estudiantes pueden tratar simplemente de sobrellevar la situación, cumpliendo con un mínimo de tareas y compromisos.  Todo esto en una situación social o familiar de vulnerabilidad, alto estrés y volatilidad, agravado con el nivel de pobreza y desigualdad de nuestro país. Para peor, con instituciones habituadas al trabajo presencial y tradicional.

Aunque todas esas iniciativas son perfectamente válidas, es posible que las actividades propuestas se estén fijando más en el medio que en los fines de la educación. Se supone que todos los conocimientos que se adquieren en la escuela nos deben servir para conocer e interpretar la realidad, para buscar la solución a los problemas que enfrenta la sociedad.

Bueno, pues el reto está aquí, entre nosotros, poniendo a prueba nuestra capacidad como sociedad para sobrevivir de la mejor manera posible.

A veces la realidad enseña más que la escuela, sobre todo en una situación de crisis. Durante estos días todo mundo está sometido a una enorme carga de información. Es posible que mucha gente haya oído sobre la diferencia entre un crecimiento exponencial o lineal; qué es un virus o la carga viral; cómo se enfrenta una enfermedad viral vs una bacterial. ¿Por qué el jabón actúa sobre la capa exterior del virus?; qué es un respirador artificial, cómo se puede construir. Asimismo, se han discutido en medios y redes muchos otros temas como: gráficas, tablas, responsabilidad social, células, moléculas, mapas y geografía, etcetera.

Dada esa probable exposición de conocimientos por medios no tradicionales, es posible que el conocimiento adquirido baste para considerar que la mejor salida para grados de primaria y secundaria, sea simplemente otorgarle una sola calificación de Aprobado, a todos los estudiantes. Por su parte, en el caso de los jóvenes de Prepa o bachillerato, se les puede pedir que a partir de la información que cuentan, elaboren sobre esos temas asociados al COVID-19, y con esos trabajos darles una calificación.

Posteriormente, cuando se inicie el siguiente ciclo, o cuando se retome el actual, se debe tratar de ligar los nuevos temas por aprender con lo que se vio todos estos meses en medios y redes.  Al mismo tiempo, es muy posible que en toda esa información esté revuelta la información sólida y las fake-news, pero justo aclarar eso debería ser la prioridad del nuevo ciclo. Para lograr lo anterior, se debe trabajar con los profesores, para informarles con bases más sólidas sobre esos temas, para ello se debería invitar a los científicos y académicos de universidades e institutos de investigación o de los sectores productivos para aclarar los temas más complejos.

En el caso de la educación superior se puede tratar de implementar medidas similares, de acuerdo a las especialidades de cada carrera. Sin embargo, dada la poca experiencia de nuestro sistema de universidades en el uso de tecnologías y educación a distancia, es difícil confiar en la efectividad de estos métodos en el contexto actual. En mi experiencia (FCFM-BUAP) la mayoría de los estudiantes están acostumbrados a los métodos tradicionales y a la guía del profesor.

En ese sentido, no me parece que durante esta emergencia sea posible tratar de reproducir el contenido completo de un curso tradicional con solo usar tecnologías y medios. Más bien parecería como algo urgente identificar en los planes de estudio de las carreras aquellos temas centrales y esenciales, en los cuales se debería  concentrar el esfuerzo de docentes y estudiantes.   Es verdad que el conocimiento actual es muy amplio, pero existen conceptos centrales en cada campo que ameritan ser presentados en detalle, para comprender  las leyes que los rigen.

Imagen: elcampesino.co

 Al mismo tiempo, lo primero que debe hacer el docente es buscar aquellas lecciones o exposiciones que están en línea. Lo más probable es que esos trabajos que han sido elaborados con calma, que han sido sometidos a la experiencia de otros usuarios, cumplan un mejor papel que una lección grabada de forma improvisada, con un teléfono de calidad regular y con una red de datos de dudosa confiabilidad. De esa manera, es posible que el docente se enfoque en aclarar dudas y desarrollar ejercicios o aplicaciones de los temas tratados.

Por ejemplo, entender el concepto de energía en física es un tema central que nos ayuda a saber que todo proceso natural gasta una cierta energía, y que la energía no se puede sacar de la nada, como magia. Conocer la energía nos permite saber cómo funcionan las máquinas, el movimiento, la electricidad. Gracias a la energía podemos descubrir muchos trucos en los productos milagro e incluso descreer en la existencia de fantasmas.

Son muchas las tareas que nos toca retomar al paso de la emergencia. En mi opinión, una de las tareas más urgentes es una revisión exhaustiva de los planes de estudio, para dotarlos de la mayor flexibilidad posible, con una componente de uso de tecnologías, que, aunado a una formación humanista, hagan del estudiante una/un agente de cambio que genere soluciones a los problemas de nuestra sociedad.

En diversas épocas de nuestro país la educación, o instrucción en temas específicos, se ha logrado por medios no tradicionales, mediante los cuales la gente ha logrado adquirir conocimientos básicos en diversos campos, entre ellos podemos enumerar: conocimientos de computo, de mecánica automotriz, enfermería, construcción, idiomas. Todos esos ejemplos nos deberían dar una perspectiva más amplia del proceso educativo de nuestra sociedad.

Finalmente, dada la difícil situación que vivimos, es recomendable hacer conciencia de que la tolerancia, la amabilidad, la paciencia, son valores y actitudes que deben ser aún más preciadas, como una manera de hacer más llevadera esta situación, para que todos podamos cumplir con el trabajo posible de la mejor manera.