Sergio Ferrer @raschie

Llega un mensaje replicado en grupos de Whatsapp; están regalando 200 pesotes de saldo para el celular, sólo en México. Phishing, digo. En más grupos se comienza a replicar. Es mineria de datos, le digo al contacto que lo reenvió. No manches, me responde.

Busco en Twitter a la Unidad de la Policía Cibernética de Guerrero. Hace dos días publicaron una imagen en la cual alertan ante dicho fraude cibernético. En ella hablan del mensaje difundido como una recarga gratuita, cuya intención es obtener información personal, por lo que invitan a no abrirlo.

Este es un ejemplo de las tantas situaciones a las que se enfrenta la población dentro de la cual hay grupos que no tiene totalmente una especie de orientación en el mundo digital que permita blindarnos cada vez más de estos ataques, el uso de tecnología y medios de comunicación digital no irá en retroceso por lo que resulta trascendental para los gobiernos garantizar el acceso al conocimiento en estos tópicos para que cumplan cada vez más con una función de utilidad colectiva e individual.

Por otro lado, pero también hablando de la tecnología y lo digital, vemos desfilar en las redes sociales una infinidad de fake news, noticias falsas que generan tráficos de usuarios a páginas creadas específicamente para esos fines, la consulta de supuestas noticias o informaciones no verídicas, lo hemos visto con el Covid-19, claro que hay muchas cosas por dilucidarse de este virus y del manejo de la pandemia y de lo científicamente comprobable, pero es verdad que hubo difusión de “información”que generó ataques en contra de personal de salud. Otro ejemplo triste han sido los casos que tras investigaciones periodísticas, revelaron que personas que fueron quemadas vivas no eran secuestradores. Vuelvo a acotar que no es que no existan estos delitos, sino que una imprecisión puede escalar a niveles de revuelta de las masas.

Están también, la posibilidad de que la difusión de información puede venir de un medio grande, con una buena lana, millonada pues, para meternos una noticia tergiversada todo el día. ¿No te llegó en internet?, pum we, tómala en la televisión, no la viste, ahí está papá, en el periódico, señor señora, le traemos toda la verdad… Y así bajándole la escala, tenemos las interpretaciones que pueden venir no de reporteras o reporteras sino de la forma en que los dueños de páginas quieran dar a conocer un hecho o acontecimiento.

Espérenme, si ya saben como soy para qué me leen; broma. No es que aquí este rompiendo el “perro como perro”, que se me hace una frase muy tosca. Lo digo porque en breve les presentaré una reflexión al respecto. Bueno les decía que también pueden buscar apaciguarnos, dejarnos en la incertidumbre, volver mentiras verdad, sembrar una ideología de odio, generar polaridad o una opinión pública cercenada por especialistas que frankeinstinizan nuestras reflexiones hasta el: ¡hay cabrón ya ni se quien tiene la razón!

De pronto es de cierta manera como lo menciona Ana María Ferreira en su artículo sobre Orwell, “¿Quién cuenta la verdad de los acontecimientos? ¿Cómo es narrada la historia? Tanto en Rebelión en la Granja coo en 1984, publicada en 1949, un poder central controla la verdad, las noticias, la historia y las reglas; los aliados y los enemigos cambian según la necesidad de los gobernantes”.

Yo diría, sin antes recomendarles leer 1984, sí aún no lo han hecho y de paso Un Mundo Feliz de Aldous H., que de no tomar el valor que debe a la calidad de información que estamos recibiendo, no considerarlo como un artículo de consumo que debe tener estándares de calidad para ser adquirido se caerá en una desinformación terrible y temible. Y no porque haya un gobierno totalitario, sino que se estará expensas de intereses particulares.

Es cierto que hay una especide de necesidad que tienen bastantes personas que son usuarias activas de las redes de, compartir novedades, tener al tanto a nuestra gente, a los conocidos, compartir la información fresca, hacernos presentes, existir virtualmente en un contexto de pandemia, ser líderes de opinión, etcetera.

Ante ello, es una responsabilidad de la sociedad, considerar, al menos ahorita en estos tiempos, con las personas que vivímos, el intercambiar puntos de vista del uso de las redes sociales, cuáles son los medios en los cuales se tiene credibilidad. Ejercer algún tipo de activismo que demande el acceso a internet en todo el país, lo cual incluya una alfabetización digital en las zonas con bajos índices de desarrollo. También creo, es pensar en que si queremos información verás, no podemos dejar que los medios vivan solo de publicidad oficial. Ya hay ejemplos de medios en otros países, que se sostienen de las aportaciones de sus suscriptores, y hablo de medios digitales, así que también apoyar el periodismo independiente, el periodismo de investigación y en cuanto a los medios más grandes, cuyo impacto es certeramente mayor, tenerlo en el ojo y aprovechar las redes sociales para establecer contacto que les permita saber las perspectivas y necesidades de la ciudadanía, donde sea que se encuentren.