Sergio Ferrer
Habitantes de Tlapa y Xalpatláhuac alertan sobre personas que se han identificado como del “Centro de Salud”, sin uniforme ni credencial, en otras colonias decían ser de laboratorios privados, para realizar una encuesta pero que terminaron ofreciendo productos milagro para evitar el Covid u otras enfermedades.
En redes sociales se difundió la alerta ante la presencia de personas que preguntan casa por casa si había personas con Covid-19 u otras enfermedades como gastritis y colesterol, aludiendo que los medicamentos causan piedras y que podían dejar muestras de sus productos.
En Xalpatláuac, personas hablando en la lengua materna del lugar promocionaron el “ajo negro”, en otras casas los testimonios mencionan que los vendedores dijeron ser de Chapingo (Universidad) pero sin mostrar identificación alguna. Otra persona dijo ser trabajadora de una empresa que se encuentra cerca de la Voz de la Montaña, en Tlapa.
Sin menospreciar la necesidad de hábitos benéficos para la salud, ni la realidad de la medicina tradicional, es importante destacar que la venta de medicamentos falsos o falsificados representan un alto riesgo a la salud y a la economía. Por ahora NO HAY TRATAMIENTO CONTRA EL CORONAVIRUS.
No existe ningún medicamento específico autorizado para el tratamiento o prevención del Covid-19. Cualquier oferta de un supuesto producto que diga curar o proteger frente a esta enfermedad es falsa.
De acuErdo al portal SciDev.net el comercio de medicamentos falsificados se ha convertido en una industria global de miles de millones de dólares, dirigida principalmente a los países en desarrollo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que entre el 10 y el 30 por ciento de las medicinas que se venden en el mundo en desarrollo podrían ser falsas, y probablemente ese porcentaje sea mayor en algunas partes de África, Asia y América Latina
Hay varias razones por las cuales la falsificación de medicamentos es más común en los países en desarrollo. Muchas zonas rurales tienen pocas farmacias o establecimientos de salud y allí donde existen, con frecuencia atienden irregularmente. Muchas personas compran los medicamentos en lugares no regulados, como mercados, los cuales son más propensos a comercializar falsificaciones.
Los medicamentos falsos a menudo se venden a precios más bajos, atrayendo a personas pobres para quienes el costo es una enorme barrera a los cuidados de salud que requieren. Y con frecuencia, tanto los productos robados como los obtenidos ilegalmente son vendidos ampliamente y a la luz pública en países como Tailandia, de manera que los medicamentos falsificados pueden ser tomados por medicinas robadas –y por lo tanto baratas– pero auténticas.
Un desafío clave en la lucha contra la falsificación radica en las sutiles diferencias entre los medicamentos falsos y los de baja calidad.
Muchas medicinas falsas son imitaciones creadas deliberadamente para asemejarse a los medicamentos auténticos. Con frecuencia están totalmente desprovistas de algún ingrediente activo, pero a veces suelen contener químicos dañinos o venenosos.
Los medicamentos de baja calidad tienen algún valor medicinal, pero pueden contener dosis reducidas del ingrediente activo. Por lo general son producto de una fabricación negligente y un deficiente control de calidad más que de una actividad criminal malintencionada.
Pero tanto las medicinas falsas como las de baja calidad tienen un efecto inmediato en los pacientes pues estos no reciben el tratamiento que requieren. Y peor aún, las medicinas de calidad inferior pueden tener el efecto desastroso de aumentar la resistencia al tratamiento de enfermedades graves.