Diana Fernanda Cortés Tovar 

La contingencia por COVID-19 ha traído graves consecuencias para todos aquellos que se han visto afectados por el nuevo virus,  los habitantes de la ciudad de Nueva York no son la excepción. Los índices de desempleo se han agravado y,  junto con ellos, la inseguridad alimentaria que aqueja a muchos de sus habitantes, esto ha motivado a la comunidad para tejer una red de apoyo en forma de coloridos refrigeradores colocados en  las banquetas y disponibles las 24 horas,  para que cualquiera pueda tomar o dejar alimentos con total libertad. 

Francisco Ramírez, albañil de oficio y apasionado de la lucha social, es un migrante mexicano  que participa  activamente en la comunidad que ha hecho de los refrigeradores amigables en Nueva York,  una realidad que ahora cuenta con 18 neveras distribuidas en distintas zonas  de  la ciudad y una red de más de 200 personas dispuestas a ayudarse.

La dinámica es bastante sencilla y solidaria, Francisco lo compara con jugar a la pirinola ya que “todos ponen”, desde la persona que dona el refrigerador  y el artista que lo pinta, hasta los vecinos que donan comida cuando alguien avisa en el chat que el refrigerador, o los food pantries que donó alguna mueblería, tienen espacio.

Entusiasmado, relató que diariamente acuden chicos y chicas bien preparados a limpiar el espacio, que en cualquier horario se puede observar gente que llega tanto a tomar como a dejar comida; Y, sobre todo, lo increíble que es el que todo el mundo quiera ayudar donando de todo, desde comida, hasta cosas que adornen el lugar.  Ellos lo reciben todo, aunque nunca dinero,  ya que asegura no quieren que el movimiento se contamine.

 “Es un proyecto independiente, autónomo y autogestivo, no hay jefes ni protagonistas y todo se  hace sin segundas intenciones, con el único propósito de apoyarnos como comunidad”, comentó el paisano que espera inspirar a más latinos para que concienticen y se sumen a la causa. Igualmente mencionó que en la cuestión del apoyo, “no hay razas ni colores, desde blancos, mexicanos, americanos, dominicanos, de la raza negra, todos están. Es increíble, todos se benefician, yo veo pasar al cartero con su carrito y sus cartas,  pasa por el refrigerador, lo abre busca lo que le gusta y se lo lleva, todos se benefician, hasta yo me incluyo.”

Orgulloso, Francisco mencionó que  no es el primer proyecto de esta índole en el que participa y contó que, al inicio de la pandemia cuando el encierro era contundente, se organizaron para juntar comida y llevarla a quienes la necesitaran, priorizando a los infectados y las personas de la tercera edad “Jamás tuvimos miedo, porque el miedo paraliza y te impide actuar”, aseguró.