Panteón Municipal de San Miguel Xico, Valle de Chalco, Estado de México
Fotografías y texto: Carlos Maruri
LA NUEVA NORMALIDAD

Al principio de la pandemia y al conocer el alto grado de mortalidad que puede ocasionar la Covid-19, se dio paso a la cremación de personas que habían fallecido a causa del virus o por complicaciones derivadas del mismo.
Los servicios de cremación se vieron colapsados por la saturación en la cantidad masiva de servicios solicitados.
En un ambiente de incertidumbre en el que viven diariamente miles de mexicanos y mexicanas, con el temor de ser infectados y convertirse en una víctima más del Covid, se han dejado de lado las cremaciones y se han quedado como una opción para quienes así lo decida, ya que eso implica no realizar ningún tipo de velación.

Lugareños de Valle de Chalco han decidido dar el último adiós y realizar inhumaciones a sus familiares, teniendo en cuenta las disposiciones sanitarias en la “Nueva Normalidad”. En algunos casos no se cumplen con la normativa, se llega a observar, que se realizan cortejos fúnebres en caravanas, sin la distancia correspondiente y sin cubre bocas, además se ingresa un número mayor de dolientes al panteón de los permitidos por la regulación.

A MARCHAS FORZADAS

El incremento significativo en los decesos de la localidad, obligó a la administración actual de Valle de Chalco Solidaridad, a adquirir un nuevo terreno para cubrir las necesidades de la comunidad, dado que a principios de la pandemia empezaron a verse rebasadas las áreas de reserva lo cual fue en aumento.
El nuevo panteón dispuesto por las autoridades del municipio, ha recibido poco más de 350 difuntos desde el inicio de la contingencia hasta la fecha, unos son por sospecha del virus Covid y otros por ser víctimas confirmadas del Covid-19. Los sepultureros cuenta que hay veces que no llegan a saber ciento por ciento, si al difunto al que le van a realizar la inhumación, es por sospecha o es confirmado, pero ellos realizan su trabajo sin que se les haya dado una confirmación.

Los sepultureros que trabajan en el panteón cavando tumbas diariamente, las tienen que realizar a marchas forzadas en un horario de nueve de la mañana y hasta el mediodía, que es cuando empiezan a llegar los servicios de inhumaciones. Todos ellos son trabajadores que realizan estas actividades de manera voluntaria.

Bajo los rayos del sol que poco a poco empiezan a caer a plomo, los sepultureros no dan marcha atrás, cavan por turnos y se relevan para realizar una sola tumba, hay quienes se cubren con sudaderas, gorras y sombreros, en su mayoría lo hacen con la vestimenta con la que mejor se acomoden. A pesar de saber del riesgo que corren al realizar este tipo de trabajo, lo deciden hacer por la falta de empleo y oportunidades para poder mantener a sus familias.
UN ADIÓS TRADICIONAL

A las dificultades que todo doliente pasa y lo que implica perder a un ser querido, dadas las condiciones en que haya ocurrido el deceso, se suma el entorno de tristeza y desolación, ya que no lo despiden como se hubiera podido hacer en tiempos anteriores a la pandemia.
El clima calienta todo a nuestro alrededor, el aire quema a cada respiro que uno da, los fuertes vientos corren sin parar levantando polvo y tierra, de vez en vez, se forman pequeños remolinos que acechan las inmediaciones del campo santo, dado que las condiciones áridas propias del lugar lo permiten. Después de mediodía se espera que empiecen a llegar los cortejos fúnebres.

La hora ha llegado, entra la primera carroza y es colocada al pie de una de las ocho fosas que han dispuesto para las inhumaciones que lleguen a lo largo de este día, al final del día sólo se ocuparon 4 fosas y fueron por sospecha de Covid-19, no se confirmado ninguno como positivo.

Las primeras dos inhumaciones, se han realizado sin ninguna novedad, fuera de lo que pareciera normal, teniendo en cuenta la nueva normalidad, los deudos acudieron con un pequeño grupo de diez personas como máximo. Pidieron a los músicos entonar un par de canciones para despedirse de su familiar y acatando las indicaciones, se retiraron de manera inmediata.
La tercera carroza que pasa al panteón no lo hace sola, detrás de ella entra un gran número de familiares, que vienen dispuestos a despedir a su difunto, como él se merece, vienen acompañados de la tradicional Marimba. La Marimba empieza a sonar, al tiempo que los deudos comienzan a dar muestras de tristeza, no pasa mucho tiempo cuando la familia, se derrumba y a un solo tiempo, se empiezan a escuchar los sollozos que ahora son acompañados por la marimba. Varias canciones pasan, los minutos siguen corriendo en un tiempo que parece no tener final.
Los sepultureros reciben una pequeña señal de intervenir en la despedida y los deudos dan paso al verdadero “último adiós”, Instantes después, cuatro sepultureros cuidadosamente realizan su trabajo final. Los familiares sólo les queda observar la destreza con la que es enterrado su familiar.

Durante esta inhumación y a lo lejos, se comienza a escuchar música tradicional de mariachis, los cuales llevan tocando varias canciones, pero todavía no se alcanza a observar de qué se trata. Mientras los deudos de la tercera inhumación, poco a poco empiezan a disolverse para empezar a retirarse.

Una nueva caravana entró al campo santo, con un féretro cargado en hombros por familiares.

