. ● México ocupa el primer lugar en feminicidios en América Latina, suma 3 mil 357 casos (AI)

● De enero a agosto de 2019 han sido asesinadas 2,481 mujeres en México, 310 cada mes, 10 cada día (CNDH)

● 51 violaciones contra mujeres ocurren a diario (SESNSP)

En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia de Género, las mujeres de diversos sectores; jóvenes, estudiantes, trabajadoras, mujeres agrupadas en organizaciones sindicales, populares, políticas, sociales y colectivas feministas, integrantes de la Asamblea Feminista Metropolitana (AFM) y la Asamblea Feminista Autónoma e Independiente (AFAI), se movilizaron del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino.

Abril Pérez Sagaón fue asesinada el 25 de noviembre por su ex pareja. Había denuncias previas y no se garantizó su integridad. CDMX

Los ejes de lucha que les convocaron son: – Contra la violencia patriarcal y feminicida, perpetrada y solapada por el Estado y sus instituciones, como la Guardia Nacional. Contra la agenda de simulación de género del gobierno. – Contra la precarización laboral del sector remunerado y no remunerado, contra los recortes al sector público que genera despidos y mayores condiciones precarias para las mujeres. 1 – Por la garantía del derecho a la salud integral y plenos derechos sexuales y reproductivos, por nuestro derecho a decidir, por una educación sexual no sexista ni heteronormada, en alianza con la diversidad sexual. ¡Vivan las disidencias sexogenéricas! – Por hacer efectivo el Estado laico y pluricultural. – Contra la violencia patriarcal en las escuelas, bachilleratos, universidades y en los centros de trabajo. – Contra el capitalismo y los planes neoliberales de ajuste de organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de Estado Americanos (OEA).

Apoyo a los movimientos en defensa del territorio, contra los megaproyectos de muerte. – En solidaridad con las luchas en América Latina y el mundo. – Por la reivindicación de las mujeres indígenas, campesinas, colonas de barrios populares, negras y de todas las naciones oprimidas del mundo. Estamos ante un contexto en el que América Latina se enfrenta nuevamente al ascenso de las formas políticas autoritarias, conservadoras, militarizadas y fundamentalistas. En México lo vivimos como emergencia nacional; vivimos con terror de salir de nuestras casas, con la zozobra de ver partir a nuestras hijas, hermanas, sobrinas, etc, todas las mañanas y que no regresen. El sonido de la alerta amber es un sonido que nos irrita los oídos y nos pone a temblar. Cada 60 horas una niña es víctima de feminicidio. Los policías, quienes supuestamente son los encargados de proporcionar seguridad, nos violan, violentan, asesinan y amenazan. Aquellas compañeras que denuncian son revictimizadas.

Estamos cansadas de tener miedo solas y en privado, por eso salimos a las calles juntas y organizadas para denunciar:

● Que vivimos y padecemos un Estado policial, gendármico, militarizado que sostiene a la fuerza una estrategia federal y local de seguridad inocua. Este Estado que debe garantizarnos seguridad, criminaliza y oculta la protesta social, antes que proteger nuestras vidas.

● A las autoridades de las instituciones educativas en todos los niveles por violar nuestro derecho a la educación incumpliendo con su mandato y responsabilidades, además de intimidar, atacar, revictimizar y criminalizar la denuncia y protesta contra la violencia sexual e institucional.

● La falta de voluntad política. El proyecto del PEF2020 prevé 100 mil 694 millones de pesos para el anexo 13, denominado “erogaciones para la igualdad entre hombres y mujeres”, lo que representa 36 mil millones de incremento respecto de 2019. Sin embargo, este aumento es engañoso, alarma que más de la mitad de esos recursos están asignados al ramo bienestar, cuando la prioridad es salvaguardar la integridad y seguridad de las mujeres.

PRONUNCIAMIENTO De la Asamblea Feminista Autónoma Independiente y la Asamblea Feminista Metropolitana

“NI UNA MENOS. MUJERES CONTRA LAS VIOLENCIAS MACHISTAS Y EL CAPITALISMO” Son tiempos de guerra, hermanas, compañeras. Son tiempos de batallas cruentas y no todas son nuestras, pero sí muchas son en nuestra contra. Son tiempos de crisis y de emergencias: Nos están matando, nos están violando, nos están obligando a parir, nos están condenando con la muerte por desobedecer, nos quieren con hambre, nos quieren con miedo, entristecidas, cansadas, dóciles –cuando no domesticadas nos quieren separadas, hermanas, compañeras.

Es por esto que nosotras, mujeres diversas y disidentes nos hemos convocado a una articulación amplia, ética, política, independiente del Estado y ajena a cualquier interés partidista de apropiarse de nuestra lucha, para encontrarnos juntas en este proceso organizativo y de movilización social que ha tenido lugar hoy, 25 de noviembre. Somos muy distintas, compañeras, hermanas, así como somos distintas entre nosotras y ustedes.

Tenemos el cuerpo hecho de historias bien diferentes. Pero hay otras historias que compartimos, que nos acercan, aquellas que nos recuerdan las heridas primeras grabadas en nuestros cuerpos de mujeres y también las violencias machistas a las que nos enfrentamos diariamente.

Hay, además de las historias, principios que nos articulan: nuestra apuesta por el feminismo, el desprecio al patriarcado y al capitalismo que se sirve del patriarcado para destruirlo todo, porque es esto, compañeras, un sistema de muerte; por eso es que nuestra apuesta también es por la defensa de la vida, por una justicia que no sea patriarcal y que nos permita sanar nuestras heridas; compartimos por supuesto, compañeras, esta lucha contra el trabajo precarizado y sin paga al que se nos somete y el cual sostiene a la sociedad, esas dobles o triples jornadas que nos desgastan, nos agotan y nos niegan una vida digna; nos articula también la indignación y la rabia que sentimos contra el acoso y las violaciones dentro y fuera de nuestras casas, contra la violencia política y del estado, contra los feminicidios y todas las formas en la que se manifiesta la violencia machista, misógina. Son tiempos de guerra, hermanas, compañeras.

Son tiempos de batallas cruentas y no todas son nuestras, pero sí muchas son en nuestra contra. Son tiempos de crisis y de emergencias. Crisis y emergencias que tienen historia y que hoy recordamos conmemorando a las hermanas Mirabal, a Minerva, Patria y María -las Mariposas- que en los sesenta fueron asesinadas en Dominicana en su lucha contra la dictadura de Rafael Leónidas. Y lo hacemos en un contexto en el que América Latina se enfrenta nuevamente al ascenso de las formas políticas autoritarias, conservadoras, militarizadas y fundamentalistas. Y lo hacemos también saludando combativamente a todas las compañeras que, desde Haití, desde Ecuador, desde Chile, desde Bolivia, desde Rojava, desde Hong Kong, desde todos los rincones del mundo, han tomado las calles y se han enfrentado a las fuerzas represivas del Estado que criminaliza sus luchas, que atenta contra su libertad y la dignidad de sus cuerpos y que busca disciplinarlas haciendo uso de la violencia sexual institucionalizada por la policía y el sistema judicial.

Es desde esta memoria larga de la lucha de las mujeres por la justicia, anclada a la vida de las hermanas Mirabal, pero también a la de tantas mujeres, madres, hermanas, abuelas, amigas, tías, brujas, que durante siglos han combatido desde sus comunidades indígenas, desde sus casas, desde los centros de trabajo, desde las escuelas, desde las organizaciones sindicales, las colectivas, desde las calles, desde la interpelación que nos hace esta pavorosa coyuntura, que nosotras, mujeres organizadas para este día de lucha contra las violencias machistas, queremos mantener en voz alta las siguientes denuncias: -Compañeras, nos estamos enfrentando a un Estado policial, gendármico, militarizado –a nivel federal y a nivel local- que ha sostenido a la fuerza una estrategia de seguridad, que más parece una guerra contra los pueblos, y que bien sabemos que nos afecta específicamente a las mujeres. La ocupación de las calles y del espacio público por militares y policías significa para nosotras el aumento del riesgo de violencia.

Tenemos la experiencia de Ciudad Juárez como laboratorio de la extensiva militarización del país. Cuando se militarizó, aumentaron los feminicidios, las muertes de mujeres por armas de fuego, el secuestro y la trata de mujeres, las violaciones a los derechos humanos, en general. No olvidemos, tampoco, la rabia que nos convocó el 16 de agosto pasado en el que salimos a las calles a protestar luego de que varios policías violaran a tres mujeres en la ciudad. No ha parado, compañeras, los casos siguen en aumento. Denunciamos entonces al gobierno federal y local, por su estrategia de seguridad que nos vulnera,condiciona nuestro vivir por medio del miedo, porque siempre en las guerras los cuerpos de las mujeres son botín, territorio de conquista y no queremos ni estamos dispuestas a ser ni uno ni lo otro.

Nos matan, nos violan, nos roban, nos explotan, nos acosan y las instituciones que deberían defendernos y protegernos en realidad son fieles al patriarcado y solo simulan, revictimizan y mantienen silencios cómplices e impunidades asesinas. -Nos enfrentamos también a la embestida de un sistema capitalista neoliberal que, mediante planes de ajustes estructurales empujados por grandes organismos internacionales, sostiene proyectos de muerte, precariza nuestra vida en el trabajo de la ciudad y en el campo, depreda los bienes naturales comunes y nos despoja de nuestros derechos laborales, de nuestros derechos sexuales y reproductivos, de nuestros territorios, que enferma nuestros cuerpos, que apuesta por nuestra fragmentación y por mantenernos aterrorizadas con todas sus formas de darnos muerte. -Pero también, compañeras, y esto es lamentable, nos enfrentamos a una sociedad indolente, patriarcal y machista para la cual nuestros cuerpos no importan.

Una sociedad acostumbrada al horror de esta guerra que no es nuestra, a los cuerpos de mujeres y niñas arrojados en canales de agua sucia, calcinados, violados o asesinados en sus casas; por sus familiares, padres, abuelos, hermanos, primos; por sacerdotes; por sus vecinos; por los hombres que alguna vez dijeron amarlas, por cualquier macho furtivo de cuchillo y gatillo fácil que cree que le pertenecemos, que somos cuerpos desechables y objetos de consumo. Una sociedad que no deja de alimentar los discursos de odio en contra de las mujeres, que nos juzga y nos ve como las culpables de todas las violencias que enfrentamos.

Una sociedad que es capaz de parir, criar y alimentar grupos conservadores, racistas, xenófobos, misóginos, que buscan arrancarnos las victorias conseguidas los últimos años como parte de nuestra lucha feminista. -Es como si no tuviéramos espacios seguros, refugios, compañeras: ni la casa, ni los centros de trabajo, ni las calles, ni las escuelas tampoco. Lo que está sucediendo en los centros educativos, la cotidianidad de la violencia, abusos, acosos, violaciones contra las mujeres al interior de las preparatorias, bachilleres, ceceaches, universidades, se ha vuelto insoportable.

Autoridades, estudiantes, profesores, grupos políticos, han reaccionado de manera virulenta a nuestra organización y a las denuncias que hemos venido empujando contra todos los hombres que han ejercido violencias en contra nuestra o de otras compañeras. Por eso denunciamos que esas instituciones en las que deberíamos sentirnos seguras, en donde ejercemos nuestro derecho a educarnos, a encontrarnos con otras y a participar políticamente, no sólo no están cumpliendo con sus responsabilidades sino que se han dedicado a intimidarnos, a atacarnos directamente, sosteniendo complicidades anquilosadas que cuestionan nuestra palabra y la condenan.

Es por todo esto, compañeras, que reivindicamos y afirmamos, nuevamente: – Nuestro derecho a una vida libre de violencia machista, capitalista y patriarcal. – Una vida en la que la justicia esté de nuestro lado, donde la impunidad y la revictimización sean sancionadas. Nosotras no olvidamos ni perdonamos los 10 feminicidios que ocurren en este país diariamente, y seguiremos luchando por todas las compañeras asesinadas, por todas las madres, hijas, hermanas, familiares, amigas, compañeras, de las mujeres a las que se les ha arrebatado la vida.

Seguiremos nombrándolas, recordándolas, cubriendo las calles con sus cruces y sus rostros, rostros que nos miran todavía desde lejos exigiendo justicia y que deberían estar ahora aquí, con nosotras, compañeras, a nuestro lado, porque no debieron morir, porque ninguna debió morir, porque ninguna más debe morir asesinada, compañeras, hermanas, por eso estamos luchando y por eso seguimos declarando el feminicidio como emergencia nacional y no daremos ni un paso atrás, por las que ya no están, pero también por nosotras y por las que vienen, nuestras niñas, las generaciones más jóvenes, más pequeñas, que no merecen tampoco un mundo de muerte y para las que también estamos dando ofreciendo toda nuestra lucha. – Una vida en la que el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos no sea cuestionado bajo ningún dogma y bajo ningún pretexto. Donde se respete la laicidad del Estado.

Donde la educación sexual integral y no heteronormada se garantice y el autoconocimiento de nuestros cuerpos no sea estigmatizado. Una vida en la que sea condenable la violación y no el aborto, condenable la violencia sobre nuestros cuerpos, la moral que niega nuestra libertad y discrimina nuestras disidencias y no el ejercicio pleno, atrevido y amoroso de nuestras sexualidades y afectos o las marcas de nuestra rebeldía sobre los muros, los vidrios o los monumentos. – Un mundo en el que nuestra apuesta política feminista, antipatriarcal y anticapitalista siga generando condiciones que nos permitan desplegar las potencias creativascolectivas-comunitarias en la reproducción de una vida social y materialmente justa y digna para todas. –

La construcción de un movimiento feminista que mantenga su presencia en las calles como hoy, compañeras, que se multiplique en todos los espacios y en todas las trincheras, que sea capaz de producir nuevas narrativas, las nuestras, que rompan el consenso patriarcal que nos mantiene en situación de desventaja pero también que nos confronta entre nosotras, debilitándonos. Estamos en un momento de emergencia y las batallas aisladas no nos alcanzan. El enemigo, los enemigos, son fuertes, son muchos, están por todos lados. Frente a su pacto patriarcal necesitamos un pacto nuestro, entre mujeres, entre feministas, ahora más que nunca nos necesitamos juntas.

Es por esto, compañeras, que las convocamos, nos convocamos, en este día de lucha internacional contra la violencia hacia las mujeres a seguir articulándonos, a seguir apostando por formas éticas y políticas que nos permitan confluir y encontrarnos puño con puño tanto en los momentos de coyuntura como en el esfuerzo por mantener vivos nuestros procesos organizativos. Nos llamamos a escucharnos, a conocernos, a reconocernos, a pensarnos, a apuntalar nuestras coincidencias y afinidades. A multiplicarnos en cada espacio, en cada territorio donde pongamos el cuerpo, a seguir apostando por la organización de las mujeres, a no abandonar las calles.

Porque estamos en tiempos de guerra y, en estos tiempos de guerra, vivas, libres y juntas nos queremos, compañeras; estamos vivas, y no esperaban que sobreviviéramos, que estuviéramos aquí, por nuestras hijas, madres, abuelas, amigas, hermanas, por sus luchas, por sus vidas, por las nuestras. Porque la revolución será feminista o no será. Porque América Latina será toda feminista. Porque no daremos ni un paso atrás. ¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos! ¡Feminismo o barbarie! ¡Hasta la victoria, siempre! ¡Contra la violencia machista, autodefensa y autoorganización feminista! Asamblea Feminista Autónoma Independiente Asamblea Feminista Metropolitana